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#Opinión El Sur | Prevención del suicidio en la etapa escolar es tarea de todos por Carolina Norambuena

Experimentar un estado de malestar emocional extremo como es la conducta suicida, implica una pérdida de sentido y una visión de túnel, en la cual no se ve una solución frente al profundo dolor emocional. Imaginemos ¿Cómo es para nuestros niños, niñas y adolescentes (NNA), transitar ese estado emocional en pleno proceso de cambios evolutivos y en búsqueda de identidad?.

A propósito del mes de la prevención del suicidio, resulta clave reflexionar acerca del rol que juegan los establecimientos educacionales en la prevención efectiva de este fenómeno. Sabemos que el espacio escolar es uno de los principales contextos en los cuales transcurre gran parte de la cotidianeidad de los NNA, y que posterior a la pandemia, se han enfrentado diversos cambios en los cuáles un eje central, ha sido poner mayor atención a los procesos emocionales de los estudiantes.

En relación a lo anterior, investigaciones recientes han dado cuenta de que, la prevención efectiva en el espacio escolar, ha tenido un impacto positivo en factores como el autocontrol, la resolución de problemas y la autoestima de los NNA, siendo esto un importante factor protector para el bienestar y el desarrollo.

Pero es esencial que este tema sea abordado tanto por directivos, profesores (as), asistentes de la educación y familias, quiénes son llamados a trabajar en conjunto para proteger la seguridad escolar. Considero que esto debiera ser uno de los objetivos claves de cada Proyecto Educativo Institucional, dando paso a que dentro de las acciones estratégicas, se considere diseñar y bajar protocolos en los cuáles todos los actores de una institución, sepan cómo movilizarse desde la contención del malestar emocional hasta una mirada de actuación frente al riesgo, siendo agentes claves para detectar señales de alerta frente a la conducta suicida.

Claro que hay ejes esenciales que se deben abordar en las instituciones educativas en este tema, tales como la construcción de un clima escolar protector, en el cual se forme una red de apoyo que permita hablar sin tabúes acerca de los procesos emocionales, así como también realizar una educación con información clara, que disminuya la incertidumbre y permita aportar desde los diferentes roles en la prevención.

Por otro lado, sabemos que desde hace años contamos con guías y recomendaciones para la comunidad educativa en el Programa Nacional de Prevención del Suicidio, sin embargo, esta es una información que debe ser alfabetizada y adaptada a un lenguaje comprensible a los diferentes contextos que existen. Las conversaciones y espacios de trabajo en el ámbito escolar, deben avanzar hacia la construcción en conjunto de lineamientos que representen las diferentes realidades socioculturales de nuestros estudiantes.

Sin duda alguna que todas las acciones humanas, profesionales y académicas que puedan llevarse a cabo en los espacios escolares para hacer visible el tema del suicidio, contribuirán a profundizar en un dialogo preventivo necesario, que hasta hoy, es un desafío que debemos abordar más allá de los planes ministeriales, más allá de las palabras. Por esto, planteo con convicción que prevenir el suicidio en la comunidad educativa, es tarea de todos y todas.

Carolina Norambuena

Encargada de Aprendizaje Experiencial SPI y Docente universitaria

Facultad de Psicología Universidad del Desarrollo