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#Opinión La Tercera – Menos horas de trabajo: ¿salud o productividad? por Daniel Soto

No podemos trabajar menos horas porque somos relativamente pobres en relación a naciones más desarrolladas económicamente hablando. Mayor tiempo de descanso y las consecuentes mejoras en nuestro bienestar deberían ser el resultado del crecimiento económico logrado mediante jornadas más extensas de trabajo en comparación a aquellos países. Si trabajamos menos horas, produciremos menos, se reducirán los salarios, se generará desempleo, nos empobreceremos como nación. Así argumenta una de las dos principales posiciones en el debate sobre reducción de jornada laboral en Chile.

En la posición alternativa se sostiene que menos horas laborales se asocian a una mejora en la salud mental y física de los trabajadores, con impacto positivo en sus relaciones familiares y sociales en general. Y, en una desafiante idea, se postula que la reducción de horas de trabajo podría impulsar la productividad. Urgidos por la necesidad de generar los mismos resultados en menos tiempo de trabajo, las empresas y los trabajadores pensarían en mejoras, rediseños e innovaciones en los procesos productivos. La disposición a aumentar productividad (única manera de producir los mismos resultados en menor tiempo) se apoyaría en una mejorada salud de los trabajadores: menos licencias médicas, menos rotación, menos errores por agotamiento, mayor motivación hacia las labores, mayor compromiso con la empresa.

En este texto no es el caso evaluar el mérito de las posturas en debate, sino destacar algunas ideas a considerar en este tema desde la psicología y la sociología organizacionales.

Nuestra forma de organizar el trabajo está generando daños importantes en la salud mental. Estudios serios en Chile evidencian que jornadas laborales extensas se asocian a mayor prevalencia de sintomatología depresiva severa, más evidentemente en el caso de las mujeres. También de estrés, fatiga, trastornos del sueño y mayor probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas como la hipertensión y diabetes. A la jornada vigente de 45 horas semanales se suman tiempos de desplazamiento en las ciudades mayores (dos a cuatro horas diarias) y el hecho de que se trabajan horas extras (pagadas y no pagadas).

Sabemos también que existen organizaciones con condiciones de trabajo que atentan contra la salud: inadecuada supervisión, acoso laboral, deficiencias en espacios físicos, tecnologías y herramientas de trabajo, sobrecarga de funciones, entre las más importantes.

Por Daniel Soto, director del Magíster en Desarrollo Organizacional y Dirección de Personas (MDO), Universidad del Desarrollo.

* Foto La Tercera.

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