Marcela Aravena, Directora de pregrado de nuestra Facultad de Psicología, nos habla sobre cómo volver a la rutina después de las vacaciones.
“Nos cuesta retomar nuestro trabajo al regreso de vacaciones”
Las vacaciones son esperadas por todos, ya que son días de relajo y descanso en los que compartimos con nuestra familia y amigos. En ellas dejamos atrás las preocupaciones habituales y nos concentramos en disfrutar, pero cuando las vacaciones se terminan, nos cuesta volver a la rutina habitual.
—¿Cuánto tiempo se considera adecuado para vacaciones?
—Para un descanso real se recomienda estar al menos tres semanas fuera de la rutina habitual. En general, la desconexión del trabajo ocurre algunos días después de que salimos de vacaciones, incluso hay personas que se demoran una semana, pero hay variabilidad individual. Avanzadas las vacaciones notamos que nuestros hábitos del sueño cambian ya que dormimos más y se modifican las horas de inicio para dormir. Con ello, comienza una sensación de relajo donde varía nuestro apetito, energía y digestión. Eso ocurre algunos días después porque el organismo necesita de un tiempo necesario para producir todos esos cambios.
—¿Por qué nos cuesta volver a la rutina después de las vacaciones?
—Nos cuesta volver a la rutina porque durante las vacaciones funcionamos con otro ritmo y energía. Nuestra disposición psicológica y física cambia. Por ejemplo, se modifican los horarios en que nos levantamos y nos acostamos, comemos de forma diferente y tenemos otras rutinas. Cambia nuestra vivencia corporal, física y psicológica, por lo tanto, necesitamos un tiempo de adecuación física y psicológica para abordar las nuevas actividades que comienzan con el año. Por eso, cuando se acerca el regreso al trabajo, podemos sentirnos inquietos por comenzar a trabajar.
—Entonces, ¿qué hábitos podemos adoptar para volver a la rutina más fácilmente?
—En Chile, se comenta que tenemos la costumbre de dejar todo para el final y funcionamos con los plazos al límite. A veces es difícil organizarse y priorizar, lo que es aún más complicado cuando hay demasiadas cosas que hacer. La organización, priorización, distribuir bien lo que debemos hacer y saber pedir ayuda, son factores protectores para el bienestar de las personas. De esta forma, se puede prevenir el estrés incorporando hábitos que nos permitan organizarnos y donde podamos tener espacios libres de “deberes” y así poder disfrutar de otros intereses y espacios de relajación.
Recomendaciones de la experta
Al partir de vacaciones es ideal dejar una lista de prioridades que se puedan abordar de manera paulatina al regreso. Así no sentiremos que se viene una avalancha de cosas que no podemos controlar y que nos quitarán toda la sensación de descanso que logramos durante el periodo de vacaciones.
Algunas personas adelantan actividades, como la compra de uniformes y útiles escolares, programan con tiempo reuniones y eventos durante marzo y distribuyen grandes responsabilidades en tiempos realistas. Si nos organizamos, podemos irnos de vacaciones con mayor tranquilidad.
También es primordial mantener espacios donde nos podamos expresar emocionalmente y hacer cosas que nos gustan y nos saquen de la rutina. Compartir con nuestros seres queridos y hacer actividades extra programáticas, como ir al cine, hacer deporte o leer son una buena alternativa. Las actividades son múltiples y dependen de lo que cada persona considere motivante y acorde a sus intereses.
Alimentarse sanamente a los horarios adecuados y dormir bien, son fundamentales para recuperarnos del desgaste diario.
La prevención del estrés y promoción de nuestro bienestar son aspectos que se logran teniendo estrategias durante todo el año, aprendiendo a vivir cuidándonos y disfrutando el día a día.