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#Opinión- La respuesta de la Compañía de Jesús

Las diversas situaciones de abuso cometidas por sacerdotes han estado bajo el manto del encubrimiento por años; dejan al desnudo una organización que por su funcionamiento al parecer genera y contribuye a mantener las dinámicas abusivas, incluso más allá de las características individuales de cada agresor.

Las comunidades que profesan el dogma, la fe, el hermetismo, la obediencia ciega y el poder, se transforman en elementos de una escenografía que facilita la ocurrencia de agresiones, abusos y situaciones constitutivas de delitos que atentan contra la dignidad humana y dañan severamente a las víctimas directas y a la comunidad. En este contexto aparece la respuesta actual de la Compañía de Jesús frente a la demanda de indeminización interpuesta por un grupo de alumnos del colegio San Ignacio del Bosque, por hechos ocurridos entre 1986-1992 y que involucran al sacerdote Jaime Guzmán A. La Compañía reconoce que el sacerdote cometió actos de connotación sexual, no obstante, alega la prescripción y un contexto social y cultural muy distinto al actual.

Claramente estos argumentos no van en la línea del reconocimiento de las víctimas, su dolor, la extensión del mal causado ni la necesidad de actos que simbolicen y permitan la reparación. Tampoco se corresponden con la ética que se esperaría predominara en una institución de carácter religioso. Actos como este sólo contribuyen a un mayor daño. 

Ana María Salinas M.
Directora
Servicio de Psicología Integral (SPI)- Santiago
Facultad de Psicología, Universidad del Desarrollo