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Reportaje: Erradicación de la violencia: «EL PODER COMUNITARIO COMO ACTOR CLAVE PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL»

A raíz de la visita del investigador Marc Zimmerman a Chile para mostrar el trabajo realizado para terminar con la violencia en una de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos, cabe preguntarse cómo la sociedad toma las riendas del problema y se transforma en la solución en un escenario que parece ser irreparable en el país.

Cuando en Chile las cifras de delincuencia parecen invadir las pantallas locales y la violencia se toma las calles, colegios y comunidades, desde la sociedad surge la interrogante sobre ¿qué podemos hacer para vivir en paz y armonía en (y con) nuestro entorno?

El pasado viernes 29 de abril se conoció la noticia de más de mil reos que fueron liberados a lo largo del país. Algunos de ellos fueron recapturados por infringir su libertad condicional, tan sólo días y, en otros casos, horas después de salir de la cárcel. Una encuesta realizada por el centro de estudios CADEM, dada a conocer tan sólo una semana después de la decisión, concluyó que un 81 por ciento de los consultados desaprobaba la medida. Las principales razones: el miedo al aumento de la delincuencia y una mayor sensación de inseguridad ciudadana. En este punto, de nuevo cabe preguntarse ¿qué estamos haciendo como sociedad para avanzar en el término de la violencia y la reinserción social?

Según el último estudio realizado por la Fundación Paz Ciudadana y Adimark, correspondiente a 2015 y publicado en abril de 2016, un 65,2 por ciento de la población considera que la delincuencia ha aumentado en el país, casi un 10% más que la cifra del año anterior. Lamentablemente, estos índices no sólo responden a la percepción de la gente, ya que a la hora de observar el comportamiento de los hechos delictuales en 2015, y visualizando los resultados entregados por Carabineros para la Región Metropolitana, se demuestra un aumento significativo en los niveles de robos con violencia, los que llegaron a un 5,23% más que en el período anterior, y un crecimiento de 6,27 por ciento de robos con intimidación. Una vez más, la pregunta es ¿hay algo que podamos hacer para revertir esta situación?

Equipo investigador del PRC, Michigan
Equipo investigador del PRC, Michigan

Para alegría de muchos, la respuesta es positiva, y no solamente por mirar el vaso medio lleno, sino porque hay evidencia concreta de que el trabajo mancomunado de la sociedad ha logrado cambiar un escenario complejo de violencia y segregación social. Lo anterior lo logró el PRC o Prevention Research Center (Centro de Investigación de la Prevención) de la Universidad de Michigan, Estados Unidos.

El caso de Flint, Michigan

Más de 8 mil 500 kilómetros separan Santiago de Chile del estado de Michigan. Ésa fue la distancia que recorrió el investigador Marc Zimmerman, invitado por el área social de la Facultad de Psicología de la UDD, coordinada por el Dr. Jaime Alfaro, para dar a conocer detalles de los programas de prevención de violencia en dos charlas realizadas en Concepción y Santiago, en mayo de 2016. A estas actividades asistieron más de 200 personas pertenecientes a diversas instituciones como municipalidades, centros del Sename, colegios y fundaciones.

Existía un objetivo en común de todos los presentes: conocer qué se había hecho en la ciudad de Flint, Michigan, para disminuir peligrosos índices de delincuencia y dejar de ser una de las localidades más violentas de una nación de más de 300 millones de habitantes. Una meta que –por el momento- en nuestro país pareciese imposible de lograr.

Dr. Marc Zimmerman
Dr. Marc Zimmerman en seminario en Santiago

Según una publicación de CNN en Español, en 2013, Flint figuraba entre las 10 ciudades más peligrosas de Estados Unidos. “El lugar de nacimiento de General Motors, sufrió una caída libre económica desde que la industria del automóvil comenzó su propio descenso precipitado”.

 “A principios de la década de 1980, había casi 80 mil puestos de trabajo en la fabricación de automóviles en la ciudad. La industria sufrió un revés y como resultado, el ingreso medio de los hogares disminuyó en un 45% por debajo de la media de todo el estado y la tasa de pobreza llegó a casi 40%. La ciudad tuvo que recortar el pago de policías y despedir personal, lo que perjudicó la lucha contra el crimen. Hubo 67 asesinatos en Flint en 2012, un récord histórico”, señala el reportaje.

En 2013, los homicidios disminuyeron en un 23%, los robos un 18% y los asaltos agravados cayeron un 33 por ciento, según cifras entregadas por el FBI, lo que por primer año sacó a Flint de los primeros lugares en el ránking de peligrosidad de Estados Unidos. Cabe señalar que esta ciudad tiene aproximadamente 100 mil habitantes, cifras estimadas de 2014.

El Centro de Prevención de Violencia Juvenil de Michigan publicó en noviembre de 2015 que “en colaboración con Flint, organizaciones de la comunidad, después de un esfuerzo de dos años y medio de duración y el trabajo en seis programas en jóvenes -en un área de intervención seleccionada- disminuyó en un 25 por ciento la probabilidad de ser víctimas de un asalto violento,  en comparación con otras áreas estudiadas, sin intervención. Esto fue acompañado por una caída de 38 por ciento en lesiones relacionadas con asaltos en jóvenes, según indicadores de las salas de emergencia locales del área estudiada”, indica la web del centro.

Flint, Michigan
Flint, Michigan

Si bien, el trabajo realizado en esta ciudad está comenzando a ver algunos frutos, Zimmerman define el éxito de los programas creados en el centro bajo ciertos pilares fundamentales: una investigación potente de cada comunidad, acceso a datos importantes de las organizaciones presentes en la localidad, como policías, cortes y municipalidades, luego, un equipo de gente creativa y flexible, pero que también esté comprometida en la tarea de hacer avanzar a estas comunidades; y, finalmente, pares o “partners” insertos en ellas y que estén dispuestos a ayudarse a sí mismos y a su entorno, bajo la premisa de la flexibilidad, creatividad y compromiso. “Tienen que ser personas que entiendan lo que es trabajar con una comunidad y entregarse a un trabajo que apunta al bien común. Deben estar dispuesto a ayudar y también a preocuparse por las necesidades de sus vecinos”, afirmó el investigador.

El proceso que se realizó en Flint –y que se replica en otros barrios de Michigan y otros estados- fue, inicialmente, investigar las principales necesidades que tenían sus habitantes y también buscar a personas que fueran aliados estratégicos que se empoderaran en su tarea de sacar a esta ciudad de la violencia en la que se encontraba. Para cada vecindario, hay un proceso que se realiza al interior de la universidad, en la que se piensa el programa, pero éste no sería exitoso si no existieran estos “partners” en las comunidades, personas comprometidas, pero quienes además reciben un importante aporte en dinero para asegurar el éxito de las estrategias aplicadas en cada caso.

“Siempre existen complicaciones para trabajar. Una de ellas es la comunicación. Es importante transmitirles la idea concreta de lo que se quiere hacer en un lenguaje que sea entendido por todos, no sólo por los académicos, puesto que si no comprenden esto será aún más difícil lograr movilizarlos a realizar las tareas que se les asignan. Es fundamental que ambas partes sean abiertas y honestas, pues ni ellos entienden nuestro mundo ni nosotros vivimos en el de ellos. Nuestro equipo se moviliza a cada barrio en el que se va a intervenir, pero pese a que evitamos que existan barreras nuestras culturas son diferentes, por lo que siempre nos vamos a encontrar con cierto rechazo de parte de algunos actores relevantes en la comunidad. Tenemos que encontrar el balance de lo que queremos nosotros como centro y ellos como protagonistas de cada caso. Finalmente, no podemos lograr nada sin contar con el presupuesto necesario. De hecho, no les pedimos hacer nada antes de tener los recursos, que obviamente, siempre son más limitados de lo que se requiere”, explica Zimmerman sobre los principales obstáculos que han tenido que pasar para lograr programas exitosos.

Power to the (young) people

El Prevention Research Center se creó hace cerca de 20 años y existen un sinnúmero de intervenciones realizadas en Michigan, como también en otros estados. El año 2006, nace la idea de crear un nuevo organismo que sea parte del objetivo de evitar y prevenir la violencia: el Youth Prevention Violence Center. Una suerte de “hermano chico” del primero, pero con una meta tanto o más relevantes que las propuestas por el PRC: “empoderar a la juventud para sacarla del problema y llevarla a ser la solución: el “Yes Program o Youth Empowerment Solutios”, afirma Marc Zimmerman.

Yes program
Yes program

“Los jóvenes son el foco de la prevención. Cuando pensamos en prevención de la violencia juvenil, tienes que pensar en algo que puedan hacer ellos para ayudar a resolver este problema. Más niños haciendo cosas buenas, son menos niños haciendo cosas malas. Cuando les das algo que hacer y algo en qué comprometerse ganan confianza en ellos mismos, en que sí pueden ser un aporte y de esa forma no se meten en problemas. No están expuestos a la violencia y logras comprometerlos”, explica el investigador de la Universidad de Michigan.

Durante las charlas realizadas en Chile, Zimmerman dio a conocer algunas de las ideas implementadas para empoderar a niños y jóvenes en la prevención de la violencia. Dentro de ellas estaba el “greening” o recuperación de espacios públicos, iniciativa que logró, con el trabajo de la misma comunidad, ambientar casas y espacios que previamente eran foco de delincuencia y malas prácticas, para ser usados como centros de esparcimiento, entretención y sitios de reunión para los vecinos.

Comprometer a los más jóvenes, según el mismo Zimmerman, da como resultado tres importantes avances en el desarrollo positivo de la comunidad: “formas a menores con mejor autoestima, los acostumbras a trabajar con adultos de una forma positiva y, finalmente, serán niños que se desarrollan y evolucionan bajo una mirada crítica de su sociedad y formados para buscar el bien común. Se comprometen con la participación y son ellos mismos los que definen las necesidades y toman el control de lo que hay que hacer”.

El aporte de la psicología comunitaria y su aplicación en Chile

Loreto Ditzel, docente del área social de la Facultad de Psicología UDD y Secretaria general de la Corporación Municipal de Peñalolén, fue una de las invitadas a participar del seminario “La Psicología comunitaria y el bienestar social en la prevención de la violencia” para exponer el trabajo que realiza esta comuna con sus vecinos, buscando evitar y contener la violencia social, en un sector vulnerable de la capital nacional.

Zimmerman valoró el trabajo realizado en Peñalolén. Agregó que “deben existir cargos como el de Ditzel y buscar pares como ella, que conozcan a los líderes de los vecindarios, líderes de opinión dentro de estas pequeñas sociedades civiles y generar los contactos necesarios en escuelas para reclutar niños y empoderarlos en el bien de su comunidad”, dijo el investigador.

Jorge Varela junto a Zimmerman en Chile
Jorge Varela junto a Zimmerman en Chile

Jorge Varela, PhD. en Psicología Educacional y Master en Psicología de la Universidad de Michigan, quien fue parte del equipo académico que generaba las intervenciones de estos programas, además de formarse junto a Zimmerman en esta casa de estudios, explica que el rol del psicólogo comunitario en organismos como estos “puede ser el que inicia o facilita estos procesos de cambio, genera las preguntas y las instancias de participación”.

Varela es más concreto y explica, en su rol de docente de la Facultad de Psicología UDD, que en la intervención que actualmente realiza con un grupo de estudiantes de 5to. año, los que trabajan con el programa “Futbol Más”, superficialmente se puede entender como “un grupo de gente que fortalece la vida saludable a través del deporte y enseñanza de hábitos pro sociales en barrios donde se generan campeonatos, pero un objetivo de fondo –desde la psicología comunitaria- es promover la cohesión social dentro de este programa como un mecanismo pionero para abrir ciertos temas: jugar a la pelota como excusa para que todos empecemos a vincularnos como comunidad y construir procesos de mejoras”, comenta el docente.

Finalmente, la clave de la psicología social –y en la tarea que debe incorporarse para lograr avances en esta temática en nuestro país- radica en plantearse las preguntas, como las que abren este reportaje, pero también lograr la articulación y sintonía lograda en Michigan para, detectar el problema en conjunto y comprometer a la sociedad, demostrándoles que pese a que existan iniciativas de cambio y mejora, la transformación se dará sólo cuando la colaboración de las comunidades sea integrada y se les vincule como la solución y no como el problema en sí mismo.