“He trabajado en dos proyectos ha sido una experiencia muy enriquecedora. He logrado mejorar mi dominio teórico, rigurosidad científica, perspectiva ética, integración global y trabajo en equipo, siempre junto a la ayuda del profesor que se ha mostrado disponible y sumamente capacitado para resolver cada inquietud que se me presentaba. Atravesar estos proyectos como estudiante fue un desafío en donde fue clave la organización y confiar en la ayuda del equipo para poder resolver los obstáculos”.
«El participar como asistente de investigación gracias al semillero ha sido una experiencia muy enriquecedora que me ha permitido profundizar en temáticas de interés y ampliar mis conocimientos. El hecho de investigar diferentes fenómenos me ha permitido ir conociendo áreas de la psicología que generalmente no se ven y son muy interesantes. Encuentro que el hecho de sumergirme en el área de investigación ha generado que se transforme en un área de interés laboral una vez egresado como profesional».
«Mi experiencia en el semillero de investigación fue muy positiva, ya que tuve la oportunidad de participar activamente en el desarrollo de una investigación y aportar en cuanto a mis conocimientos. Además, finalizando la ayudantía, presente un póster en la feria científica de la Universidad, lo cual hizo que me familiarizara con la investigación, ya que era responsable de explicarle a otras personas la importancia de nuestro trabajo».
«Mi práctica en el Servicio de Psicología Integral, fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi carrera. En ésta, pude atender pacientes y ser supervisada por quienes admiraba como docentes, lo cual, me dio la oportunidad de aprender y formarme como profesional apoyada en todos los ámbitos que lo necesité. Así, también realicé informes psicológicos y fichas para ir midiendo el paso a paso de mis consultantes.
Siempre tuve una motivación importante por ser consciente de las otras realidades del país, y creo que el SPI me facilitó este espacio, tomando un rol importante en acercar la salud mental a todos. En este aspecto, tuve pacientes de todas las realidades y con todo tipo de problemas, con quienes, a pesar de la distancia, pudimos generar muy buena relación y sensación de que iban avanzando en su proceso. Logré poner a prueba los conocimientos adquiridos durante la carrera, pero también mis habilidades, fortalezas y aspectos a mejorar que de a poco fui trabajando, re-evaluando y adquiriendo nuevas habilidades.
Así, pude ir descubriendo distintas problemáticas que aquejan a la población chilena, sin embargo, esto no lo hice sola ya que, a pesar de que las sesiones las realizaba de forma autónoma, siempre estuve apoyada en distintos espacios. Por ejemplo, la supervisión psicosocial me ofreció las herramientas de un aprendizaje en temas de beneficios sociales estatales y su funcionamiento, así como también en otras áreas según las necesidades de los consultantes. La unidad de adultos ofrece una mirada más amplia e integral para las intervenciones clínicas, así como también la supervisión de terreno y docente, en donde se me dio una guía más cercana y personalizada según las dudas que iban surgiendo, estando siempre disponibles y atentos.
Por otra parte, el tener una práctica online, me ayudó adaptarme y crecer de otras formas, como, por ejemplo: adaptarme a las necesidades del consultante, ser más observadora, más paciente, buscar más caminos de acción, entre otros.
«Dejo esta experiencia con una sensación muy grande de crecimiento, no sólo como profesional si no que también personal ya que ser terapeuta es mucho más que hacer terapia, es un trabajo continuo con el resto, con quienes te rodean y acompañan en este proceso, y no menos importante, conmigo misma. Me alegro de haber pasado todo esto acá, en el SPI».
«La práctica profesional realizada en el SPI desde agosto a diciembre de 2020 fue todo un desafío, ya que sería a través de un formato totalmente nuevo, es decir, la Telepsicología. Nunca había experimentado algo similar, por lo que he de admitir que la primera impresión fue bastante extraña, una mezcla de incertidumbre y curiosidad.
A lo largo del semestre experimenté distintas situaciones que nunca pensé que viviría tan pronto, menos en mi práctica profesional a través del computador. Tuve que levantar protocolos de intervención en crisis, evaluar suicidalidad, levantar medidas de protección y sobre todo trabajar en el ámbito psicosocial, el cual, era un área novedosa y poco conocida para mí. Además, ya casi finalizando mi práctica y a propósito de las necesidades en un caso específico, se me dio la oportunidad desde la Unidad de Neuropsicología Clínica Interdisciplinaria (UNCI) y apliqué de manera presencial la Escala de Inteligencia de Wechsler para niños-versión chilena (WISC-5), lo cual fue retador y al mismo tiempo gratificante. Fue una experiencia que se logró vivir gracias al apoyo del equipo SPI.
Debo agradecer al equipo SPI por facilitar espacios en los cuales pude ser guiada y acompañada por profesionales expertos en distintas áreas, las cuales se complementaron con la psicología y dieron como resultado el logro de los objetivos planteados y unas intervenciones exitosas.
Si tuviera que sintetizar todo lo vivido, diría que fue un periodo de autodescubrimiento y aprendizaje. La telepsicología propició la búsqueda de nuevas redes de apoyo, de indagar nuevas estrategias y técnicas de hacer psicoterapia; claramente me motivó a salir de la zona de confort y arriesgarme».
Mi experiencia como pasante en el Servicio de Psicología Integral (SPI), sede Santiago, fue muy enriquecedora, sobre todo por la posibilidad de enfrentarme a esta situación durante una pandemia, y como consecuencia de esto, haber podido desarrollar habilidades para la atención clínica a través de la telepsicología. Fue un desafío muy bonito en el que, junto con el equipo, las supervisoras y mis compañeras me sentí siempre acompañada y apoyada en las diferentes instancias en las que nos encontrábamos en las plataformas establecidas.
Cabe destacar la flexibilidad que tuvo el centro en cuanto a los procesos con los consultantes, entendiendo siempre las circunstancias en las que nos encontrábamos. Por otra parte, es destacable la flexibilidad en cuanto a la comunicación expedita y rápida con las demás profesionales que son parte del centro, estando siempre disponibles cuando se requería apoyo.
Al principio tenía aprensiones en relación a esta metodología, pero a lo largo del tiempo y a través de la práctica diaria, fui descubriendo que la capacidad de adaptación del ser humano es infinita y que con esta metodología se logra llevar a cabo un proceso de psicodiagnóstico y un proceso terapéutico a cabalidad, cumpliendo con los objetivos que se plantearon con cada consultante, pudiendo realizar las gestiones tanto dentro del centro como fuera de éste, en especial con los establecimientos escolares.
Haber sido parte de esta pasantía, en este momento de la historia mundial me permite tener más seguridad y confianza para trabajar desde la telepsicología, entendiendo que es posible llevar a cabo un proceso terapéutico completo. Y, además, entender cuán flexible podemos ser en situaciones adversas, poniendo en práctica lo aprendido y aportando desde nuestra profesión a la sociedad que tanto lo necesita.
Termino esta experiencia agradecida y motivada para seguir profundizando en descubrir y desarrollar más conocimientos y habilidades que puedan aportar a mi ejercicio como psicóloga».