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#Prensa El Mercurio | Estar a dieta constante esconde problemas más serios que el peso

A raíz de las fiestas de fin de año y celebraciones existe una ingesta excesiva de alimentos, lo que puede afectar de diversas formas a las personas. El Mercurio conversó sobre la «permarexia», con el director de Investigación de Psicología UDD, Jaime Silva.

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Tiene una dieta súper planificada y la sigue con rigurosidad, cuenta cada caloría que ingiere y constantemente está buscado nuevas formas de lograr su objetivo. Hasta que el fin de semana o en momentos como las fiestas de fin de año lo olvida todo y no solo come lo que no debería, sino que lo hace en exceso.

Esto es lo que hace un dietante crónico o quien padece de permarexia, una forma de regulación emocional que está lejos de ser saludable. Si no se trata, puede acompañar a persona toda la vida e incluso llevarla a la anorexia, bulimia o al trastorno por atracón.

“La permarexia es la obsesión de contar calorías considerando que todo alimento que se ingiere conlleva a engordar, por lo que genera un miedo al consumo general de alimentos”, dice Camila Cisternas, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello.

Esa obsesión hace que quienes lo padecen se priven de algunos grupos de alimentos, busquen información nutricional para justificar el uso de dietas y nieguen su conducta, agrega la especialista.

También se trata de personas que suelen conectar su autoestima y bienestar al peso corporal.

Carolina (40), quien prefiere no dar su nombre real, reconoce que ha estado preocupada de su peso durante toda su vida adulta.

“Cuando estaba en la universidad sufrí una depresión. Ya estaba de alta y me habían eliminado todos los remedios, pero aún tenía mucha ansiedad.
Por primera vez subí de peso de verdad”, asegura.

Pasó de la talla 36 a la 44. Con ayuda de un psicólogo logró recuperar su peso, pero nunca fue lo mismo. “Desde ahí empecé a subir de peso mucho más fácilmente; perdí una especie de equilibrio interno”, dice. Por ello ha pasado períodos “oscuros” con su físico.

Regulación emocional

“(La permarexia) es un fenómeno bien interesante, ya que siempre involucra un patrón de restricción combinado con períodos de sobrealimentación o ingesta. Por ello es una especie de paradoja”, dice Jaime Silva, psicólogo experto en desórdenes alimentarios de Clínica Alemana y académico de Psicología de la Universidad del Desarrollo.

El problema es que finalmente hay constantes variaciones de peso, lo que aleja a la persona del objetivo inicial que es controlarlo.

Entonces, ¿por qué se sigue ese camino?

La razón es que este comportamiento responde a un mecanismo psicológico para regular y controlar las emociones, dice el especialista.

De esta forma, la persona se pone a dieta como reacción a estándares sociales, para ser querido y aceptado. “Entonces comienza a atribuir todas sus dificultades a la dieta (o la falla al seguirla) y desfocaliza su atención de sus verdaderos problemas, ya que es más fácil controlar la dieta (que el resto de la vida)”, detalla.

Así, y sin darse cuenta, la persona crea un mecanismo que aumenta la sensación de control de la realidad, por ello este tiende a cronificarse y acompañarla por muchos años.

Quienes suelen caer en esta obsesión en su mayoría son mujeres entre los 18 y 30 años, que generalmente tienen baja autoestima.

“Pero que tienen además una insatisfacción corporal que está muy influenciada por el estereotipo de delgadez extrema y el culto al cuerpo que se da en las redes sociales”, dice Fiorella Allegro, psiquiatra infantojuvenil experta en trastornos de conducta alimentaria de Clínica Santa María.

A ello se suma, continúa la especialista, el ser personas que están muy pendientes de la opinión de los demás y con la necesidad de estar constantemente agradando para encajar.

El problema es que con el tiempo, a nivel metabólico, el cuerpo resiente las dietas y atracones, y comienza a ganar más peso, advierte la especialista. “Se debe entender que el 70% del peso está determinado genéticamente”, asegura.

Así, solo el 30% depende de otros factores como la dieta, por lo que es frecuente el rebote en el peso y la desilusión que ello conlleva.

Tratamiento

En el contexto de la permarexia, las dietas más nocivas son las que restringen los carbohidratos o las grasas, por ejemplo.

En cambio, las que reducen la ingesta general de alimentos, para mermar el total de calorías diarias consumidas, potenciarían menos los efectos negativos de los dietantes crónicos.

Pero, incluso así, el hacer dietas sin estar bajo la supervisión de un profesional, sea la que fuere, es aún negativo para ellos. Por esto el enfoque del tratamiento tiene que ser multidimensional, tanto para eliminar la raíz del problema, pensando en el aspecto psicológico, como para sanar la relación con la comida.

Desde el enfoque nutricional, “se debe crear conciencia y eliminar los mitos sobre los alimentos, logrando un equilibrio”, dice Camila Cisternas.

Por ello es necesario un plan nutricional ajustado a las necesidades específicas del paciente, donde se consideran la edad, patologías, fármacos, motivaciones, objetivos, horarios diarios, entre otros, apostando por una alimentación variada, equilibrada y saludable.

Finalmente, lo más importante es la educación alimentaria, continúa. “No se trata preocuparnos por las calorías, sino de mirar los nutrientes que nos aportan los alimentos. Esto, porque existen alimentos ultraprocesados que contienen menos calorías que algunos naturales y saludables”, advierte.

Además, es necesario fomentar estilos de vida donde se mezcle la elección de alimentos nutritivos y la actividad física para traer beneficios a la salud. Hay que recordar que son los contextos culturales los que influyen en cómo las personas aprenden a modular sus emociones, advierte Jaime Silva.

“La preocupación por la dieta, el peso y la apariencia está socialmente determinada”, asegura. Pero además las personas a las que más les importa esto usualmente son más sensibles y vulnerables al estrés, por lo que tienen respuestas emocionales más intensas frente al mismo estímulo. Por ello es crucial trabajar este punto con ellas, dice.

Es clave que los dietantes crónicos puedan salir de ese patrón, porque si no, puede terminar siendo la antesala de la anorexia o la bulimia, advierte Fiorella Allegro.

Las personas que están siempre a dieta se obsesionan con las etiquetas de los alimentos en busca de sus calorías. El problema es que no siempre lo menos calórico es lo más sano.