Controlar la pandemia causada por el brote del nuevo coronavirus, covid-19, desafía y requiere de la contribución de todos los actores de la sociedad, desde los gobiernos hasta las personas como seres individuales.
Con una propagación que ha atravesado continentes y llegado a más de 170 países, su índice de contagiosidad es altísimo y sólo en Chile se suman decenas de casos cada día (hasta ayer la cifra oficial era de 537 confirmados) por lo que el llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los expertos ha sido extremar las medidas para contener la expansión del agente viral.
Así, en el país se declaró Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe por 90 días (ya van 4) con el fin de resguardar la seguridad sanitaria a través de distintos frentes; además se ha puesto en valor la responsabilidad personal y autocuidado al instar a la población general a someterse a una «cuarentena voluntaria», es decir permanecer en los hogares y reducir al máximo contacto con otras personas para disminuir posibilidades de infectarse.
Un panorama que pueden cambiar con el paso de los días y no parece imposible que se trate de acciones obligadas por mandato como en España, Italia o Argentina, y es lo que gremios como el Colegio Médico de Chile sostienen que se requiere hoy.
BIENESTAR MENTAL
Y sin desconocer lo útil y necesaria para proteger la salud pública que es la cuarentena, el psicólogo Jaime Silva, profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo (UDD) advierte que «su uso conlleva riesgos para la salud mental y las autoridades deben considerar estos factores para proteger de la forma más adecuada a la población», pues reconocerlos contribuirá a enfrentarlos adecuadamente.
De hecho, afirma que el anterior es un llamado que han estado haciendo profesionales de las ciencias de la salud mental a través de la OMS, porque lo que afecta al bienestar mental y emocional tiene un impacto en la calidad de vida presente y también futura, pudiendo incluso transformarse en patología.
«Experiencias internacionales demuestran que la separación y restricción del movimiento de personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa tienen consecuencias comprobables en la salud mental», asevera, advirtiendo que «en general, cuarentenas de más de 10 días se asociaron significativamente a estrés post-traumático y síntomas afectivos como miedos irracionales, frustración y aburrimiento excesivo.
Adicionalmente, varios estudios han demostrado que posterior al periodo de aislamiento las personas mantienen conductas evitativas por miedo a infección como lavado excesivo de manos, evitación de multitudes, estigmatización de personas que se sabe contrajeron enfermedad y, en definitiva, una serie de experiencias negativas que retardaron -incluso meses- la vuelta a la normalidad».
Respecto a estas consecuencias, Silva detalla que «pueden llegar a ser de largo plazo, incluso a tres años de ocurrido los eventos».
Al lo que se relaciona directamente con la cuarentena, se debe añadir la carga de la crisis sanitaria mundial en sí misma, que produce incertidumbre, preocupación y temor de verse afectado por la enfermedad y sus consecuencias en la salud e incluso empleo; lo que también puede tener diversas consecuencias en la salud mental a corto, mediano y largo plazo.
Desde allí, el docente cuenta «se ha visto que la cuarentena voluntaria tiene muchos menos efectos que la obligatoria, por lo que la forma en que estas medidas se implementan puede jugar un rol relevante en sus efectos posteriores», y una de las recomendaciones es limitar la cuarentena a lo estrictamente necesario.
CUIDAR A LOS NIÑOS
Frente a la situación descrita, las poblaciones más afectadas «fueron niños, niñas, adultos y probablemente personas con enfermedades psiquiátricas previas», sostiene Jaime Silva.
Y se detiene en los casos infantiles, pues resalta que «se verificaron tasas de estrés post-traumático 4 veces más altas en los que fueron aislados que en quienes no tuvieron estos contextos».
Además, no es menor saber que «para sus madres y padres la incidencia de problemas de salud mental alcanzó niveles cercanos al 30%».
Sobre esto, hay que entender que la crisis como fenómeno afecta la salud mental de grandes y chicos, y las emociones se pueden manifestar con distintas conductas y síntomas como insomnio, irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño y hasta dolor de cabeza o estómago.
Pero, si les puede pasar a los adultos, que han alcanzado su madurez física, mental y emocional, que tienen la experiencia para entender y el vocabulario para verbalizar lo que sienten o viven, con mayor razón en los niños y niñas que se dan cuenta que algo pasa, pero muchos no comprenden o no saben poner en palabras lo que sienten, según resalta la psicóloga Claudia Soto, especialista de Fundación CAP.
Ante esto, el abordaje al interior de las familias de la situación que se vive cobra especial relevancia para que el tiempo de aislamiento social sea saludable hoy y posteriormente, y son papás, mamás y adultos significativos los llamados a hacerlo al construir un ambiente seguro y de protección.
Que exista claridad sobre la realidad es la base mitigar los efectos psicológicos de la crisis, y para ello la profesional plantea que se debe explicar a los menores qué está pasando, qué es el coronavirus y por qué es importante estar en casa.
La entrega de información debe ser mediada por el afecto y respeto a la etapa vital del niño, su personalidad y formas de reaccionar frente a complejidades, por eso es un rol de padres o un adulto significativo, pues es quien mejor le conoce.
¿QUÉ HACER?
Pamela Vergara, psicóloga y académica del Área de Educación de Santo Tomás Concepción afirma que al hablar con los niños sobre la situación actual «debemos ser claros y conscientes con la información, utilizando un lenguaje apropiado a la etapa evolutiva de cada niño o niña».
A los más pequeños y hasta los 8 años hay que darles datos concretos y sencillos, sin demasiados detalles y ojalá usando ejemplos, juegos, dibujos o cuentos.
Dice que para hablar es importante preguntarles primero qué saben, si tienen un temor o cuáles son sus dudas, y siempre atentos a las emociones que manifiesten para contenerlos adecuadamente.
Esto igual importa en niños mayores, con quienes podría verse y comentar noticias para reconocer qué entienden, qué expresan o las inquietudes que surjan para abrir una conversación.
Importante es siempre acompañarlos y estar pendiente de los contenidos que están mirando los hijos (independiente la edad), considerando que tienen dispositivos con acceso internet y en dicho mundo circula mucha información perturbadora o falsa.
Además, el exceso de información (por muy verídica que sea) también eleva el temor, angustia y ansiedad.
Algo a lo que no están ajenos los adultos, por lo que para que promover un tiempo en casa saludable otro consejo enfático de la psicóloga Pamela Vergara es darse un respiro de los medios de comunicación y redes sociales.