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[Publimetro] Columna cita investigación del CARE sobre conductas alimentarias

El martes 10 de septiembre salió publicada una columna de la psicóloga Patricia Lecaros sobre alimentación. En ella se cita la investigación del director del DCDP, Jaime Silva y del equipo del Centro de Apego y Regulación Emocional (CARE) sobre conductas alimentarias y cómo se relacionan con las emociones.

Cuando subir de peso no es sólo no es sólo por comer

Tiempo atrás, una medida usual para quienes presentaban sobrepeso u obesidad era restringirles la alimentación e indicarles deporte. Hoy, la evidencia muestra que las emociones son un tercer elemento fundamental para entender la ecuación del peso.

Un estudio reciente sobre conductas alimentarias, realizado por la Universidad del Desarrollo y dirigido por el psicólogo Jaime Silva, director del Centro de Apego y Regulación Emocional (CARE) de la misma entidad, mostró que los chilenos, frente a estados de ansiedad, frustración, pena o rabia, aumentaban notoriamente su ingesta de azúcares, harinas y grasas.

¿Por qué buscar la comida en momentos difíciles? En su libro Obesidad: una enfermedad de salud mental, el médico siquiatra Carlos Téllez explica cómo el consumo de alimentos procesados nos ayuda a regular nuestro ánimo, ya sea para calmarnos o para energizarnos. Al igual que con otras drogas, activamos nuestro sistema de recompensa, pero sólo por poco tiempo.Luego, necesitamos mayores dosis para el mismo efecto placentero.

Estudios de Jaime Silva plantean que existiría otro factor relevante para comprender los trastornos de la alimentación.Es la sensibilidad al estrés, particularmente al estrés por el desempeño.Personalidades autoexigentes y perfeccionistas, frente a cualquier sensación (subjetiva) de no estar haciendo algo lo “suficientemente bien”, reaccionarían con “hiperingestas” o con dietas estrictas que terminarían con rebotes de mayor peso.

Para salir de ese círculo vicioso, es fundamental desarrollar otras actividades placenteras que otorguen bienestar. El doctor Téllez sugiere en su libro hacer deporte, tener sexo, escuchar música, hacer actividades manuales o estar en la naturaleza, como maneras de activar nuestro sistema de recompensa en el cerebro de forma saludable.

Tal vez, el efecto no se note de inmediato, pero en la medida en que estas actividades se integren regularmente, disminuirá la sensación de estrés.Asimismo, podrían acabarse los antojos por la comida chatarra, el alcohol y todas las sustancias adictivas.

En la experiencia clínica, he podido ver cómo en épocas de crisis o cambios, las personas suelen experimentar un aumento considerable del peso.En vez de una fuente de goce, la comida ha pasado a ser un calmante, un ansiolítico o un antidepresivo.

Más vale consultar cuando los kilos son significativamente mayores de lo que solemos variar durante el año.Es normal que se manifieste una oscilación del peso entre las estaciones de invierno y verano, pero, si estamos comprando tallas de ropa distintas a las habituales, puede ser que estemos lidiando con estrés.

Por Patricia Lecaros, psicóloga.