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Recuerdos y emociones fueron la tónica en la entrega de la II versión del Premio Dr. Luis Tapia-Villanueva

El jueves 28 de marzo tuvo lugar en la Universidad del Desarrollo la premiación que homenajea a nuestro docente Dr. Luis Tapia-Villanueva. Por segundo año, un profesional, destacado dentro del mundo de la psicoterapia y las artes, es reconocido por sus pares para ser merecedor de este galardón.

En esta ocasión, el Dr. Juan Pablo Jiménez de la Jara fue elegido por el jurado para ser destacado por su aporte desde la Psiquiatría en la docencia e investigación, además de su talento en el acordeón.

Abriendo la ceremonia, el Rector de la UDD, Federico Valdés L., recordó al Dr. Tapia-Villanueva como un profesor «absolutamente genial y que rompía los esquemas. Esto se ha traducido en que quienes son reconocidos con este galardón siguen esta línea de la genialidad en tantos y tan variados sentidos».

María Elisa Molina, directora de la Unidad en Terapia de Parejas, que previamente era dirigida por Tapia-Villanueva, se dirigió a los presentes repasando la historia de este centro de investigación y su relevancia en la vida de su marido. «Esta unidad, la que llegó Lucho a crear en la Facultad de Psicología el año 2005 y que lideró hasta el final de su vida. En ella plasmó algunas de sus pasiones que fueron la investigación, la formación de los jóvenes, la docencia, la psicoterapia y su conocimiento a través de experiencia y estudio en torno a la pareja humana, la pareja contemporánea, sus dificultades, su novedad y sus búsquedas.

En esta Unidad impulsó desde un principio un espíritu de equipo, donde en esos años sólo se requería un gran motivación por contribuir a la investigación sin mayores exigencias de grados o de experiencia previa. En ese trabajo también eran y son hasta hoy importantes el encuentro, el compartir donde cabe el humor, el arte y la vida misma.

Así, se fue construyendo un equipo con gran heterogeneidad, formado por investigadores con formación, pero también terapeutas, docentes y estudiantes que buscaban formarse en este campo, teniendo ya hoy varios doctores que se formaron a través de su participación en la UTP. Igualmente numerosos terapeutas e investigadores han formado parte de este equipo dejando una huella de afecto y aporte intelectual», expresó la Dr. Molina.

Luego, un amigo cercano de «Lucho», el Dr. Rodrigo Erazo, se hizo presente para recordar el paso por esta vida del psiquiatra. Sin duda, este momento fue uno de los más emocionantes de la jornada. «Por ahí vi a Lucho por primera vez, y ya usaba su habitual corbata de pajarita, aunque las que usaba entonces no eran aún tan elegantes como aquellas que iría comprando después, en sus viajes por el mundo. Creo que entonces Lucho me pareció arrogante, latero y “pintamonos”…, y cada uno pasó por el lado del otro sin mayor encuentro. Más adelante en la vida comprobaría con sorpresa que sólo eran mis prejuicios. Lucho no tenía un pelo de arrogante, era todo lo contrario de un latero, y sí, era un “pintamonos”, pero era un “pintamonos” genial», recordó el Dr. Erazo.

Prosiguió comentando a los presentes sobre el amor de «Lucho» por lo teatral. «Lucho disfrutaba intensamente el disfraz, las máscaras, las vestimentas apropiadas para la ocasión (cocinero, esquiador, artista, maestro chasquilla, huaso…), y parecía así apropiarse con intensidad de una determinada identidad, parecía investirse de la misma con pasión. Yo creo que Lucho se “convertía” en terapeuta cada vez que entraba a la escena de la sesión, tal como un actor que ingresa al escenario. Y creo que se apasionaba de la misma manera, cada vez que se le ocurría una idea para investigar, o cuando hacía clases o dictaba una conferencia. En cierta medida se podría pensar que la intensidad incansable de Lucho residía en que siempre estaba “jugando a que hacía las cosas que hacía”, y a que jugaba con la misma
seriedad y pasión con que juegan los niños».

Tras estos emotivos momentos, fue el turno de homenajear al premiado de la noche, el Dr. Juan Pablo Tapia. Para ello, dos de sus cercanos, la psicóloga Josefina Figueroa y el psiquiatra Alberto Botto repasaron la trayectoria académica, su importante labor en el desarrollo de la docencia y su increíble aporte a la investigación en el área.

La Decana de Psicología, Teresita Serrano, fue la encargada de entregar el galardón al premiado. Un cuadro de autoría del Dr. Tapia-Villanueva, el que será entregado a lo largo de los años como una forma de difundir la obra de «Lucho». En palabras de la Decana, cabe mencionar que «esta creación la hizo Luis en un Ipad cuando aún la tecnología no era tan cercana al ámbito artístico, lo que demuestra esa inquietud constante de nuestro profesor por ir más allá de lo que se conoce«.

Finalmente, el Dr. Jiménez agradeció al público presente, que llenó el auditorio entre familiares, amigos y compañeros de trabajo, entre ellos el Rector de la U. de Chile, el Dr. Ennio Vivaldi, quien quiso estar presente en este importante momento.

El Dr. Jiménez comenzó comentando que «me he encontrado sumido en una reflexión acerca del significado de este reconocimiento. Para empezar, fueron muchas las emociones que me asaltaron, sorpresa y alegría, pero también pudor y temor. Me tuve que enfrentar, una vez más, al conflicto entre el amor inmediato a mí mismo y el reconocimiento, cada vez menos eludible que, sin la ayuda, la acogida y el apoyo, en definitiva, sin el amor de todos quienes me han sostenido, acogido, impulsado y soportado a lo largo de mis 73 años de vida, no habría alcanzado a sobrevivir siquiera un instante, (esto va dirigido en primer lugar a mi familia y a mi mujer, con quien he compartido 50 años de vida), y lo digo en serio (no los voy a aburrir contando anécdotas de mi vida que confirman lo que digo). 
Cuando en momentos de particular lucidez reconocemos la importancia vital de los demás en nuestras vidas, sentimos vergüenza y pena, por habernos alguna vez “creído” únicos y elegidos. Es aliviador aprender, sin embargo, que este descubrimiento es una de las vicisitudes básicas por las que atravesamos todos a lo largo de nuestro desarrollo hacia la madurez, es uno de esos reconocimientos que refuerzan nuestra conciencia de ser uno más entre muchos compañeros y compañeras de viaje y nos impulsa a buscar el sentido de la aventura compartida. Habiendo dicho esto, advierto que, al hablar de mí mismo, lo hago, precisamente, para indicar la salida del entrampamiento narcisista».

Tras un discurso que revivió diversos momentos de su carrera, vinculación con muchos de los presentes finalizó agradeciendo a «Josefina Figueroa y a Alberto Botto, amigos y colegas dilectos, por sus palabras. Agradezco a la Universidad del Desarrollo, en las personas de Teresita Serrano y Jaime Silva, por la generosidad de premiar a un académico que no es miembro de sus aulas y por la oportunidad de hacer esta reflexión frente a Uds. Agradezco a todos, a mi familia, a las antiguas compañeras y compañeros de estudio, a quienes son o fueron mis alumnas y alumnos, muchos de los cuales son ahora mis colegas, a las amigas y amigos entrañables y a las compañeras y compañeros de la academia que han venido a acompañarme en esta oportunidad».

Sin embargo, antes del cierre, faltaba una de las partes más esperadas de esta jornada: la interpretación de Juan Pablo en el acordeón, quien junto a tres integrantes formaron el «Taller 4» para presentar cuatro piezas musicales que deleitaron a los presentes y que fueron el broche de oro para una significativa ceremonia llena de recuerdos, afectos y alegría.