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Embajadores del Futuro: «Este viaje a India me enseñó lo importante que es la humildad»

Más de 30 estudiantes y Alumni viajaron en julio a India por el programa Embajadores del Futuro. Entre los lugares históricos que conocieron está el Taj Mahal, el Fuerte Agra y el Templo de Khajuraho, entre otros más. Fernanda Durán de 4to. año de Psicología UDD fue una de las integrantes que participó de esta pasantía y, a continuación, nos cuenta parte de su experiencia.

¿Cómo tomaste la decisión de participar de EF?

«Primero, me enteré por diferentes formas de este viaje: lienzos, mail, redes sociales, pero lo veía como algo demasiado lejano. Un día se lo comenté a mis papás, pero sin ánimos de nada y ellos me dijeron que consideraban que era un viaje de estudios y que serviría para mi educación de una forma distinta a lo tradicional, así que me motivaron a averiguar más al respecto y así se fueron dando las cosas. Para mí, fue un regalo de su parte. Ellos lo vieron como un viaje de estudio enfocado en la cultura y la historia de un país muy diferente al nuestro, y una oportunidad de poder viajar sola, dentro de un marco seguro con un grupo de estudiantes, Alumni y profesores».

¿Con qué fue lo primero que te encontraste en este viaje?

«Con que hacía mucho calor. No son las mismas estaciones del año que acá. En esta fecha, están en la época de los monzones: mucha lluvia y mucho calor, pero por suerte decantaba en la noche. A veces se hacía insoportable el calor y la presión atmosférica. Salíamos a las 5 de la mañana para los tour y volvíamos a tomar desayuno al hotel porque a mediodía era imposible estar en la calle. Eran 40° con 90% de humedad. Lo bueno es que todo funcionaba muy bien. Durante todo el programa había preocupación para que estuviéramos cómodos. Siempre teníamos agua a disposición y cualquier contratiempo se solucionaba fácilmente gracias a los coordinadores del viaje. Si bien, el clima es algo incontrolable, la experiencia fue muy grata gracias a la disposición y organización del viaje».

De los lugares que visitaron, ¿cuál fue el que más me gustó y te llamó la atención?

«Lo que más me gustó y me llamó la atención son dos preguntas completamente diferentes porque, por ejemplo, lo que más me gustó fue el Taj Mahal en Agra. Es una verdadera maravilla. La construcción es muy antigua. Nos contaban que las piedras se trasladaban con elefantes. Me encantó la delicadeza de las incrustaciones, el tallado, el mármol. Fuimos al amanecer entonces se reflejaban los tonos de la luz a medida que salía el sol y era realmente maravilloso verlo y contemplarlo.

Luego, lo que más me llamó la atención fue el Río Ganges en Varanasi. Este lugar es el corazón y el alma de la India. Por un lado, tiene una historia muy mística en la que la gente peregrina en vida para purificarse en esta agua y también llegan hasta acá a morir. Por otro lado, es muy común que las personas vayan a lavar su ropa en esta misma agua, o que haya mucho comercio a sus alrededores. Era muy intenso, era donde hacía más calor y había más humedad.

Este lugar fue muy significativo, pues conoces de manera más real cómo vive esta cultura. Fue fuerte emocionalmente porque ellos tienen una forma de ver la vida y la muerte muy diferente a cómo la vemos nosotros. Nada te prepara para este shock cultural. Ellos tienen la muerte muy integrada en el ciclo de la vida de una manera natural y muy espiritual. No le temen a la muerte, sino que lo ven como parte de la vida. Me pasó que mis esquemas mentales no alcanzaban para entenderlo, por lo que estar ahí y buscar la forma de comprenderlo te abre mucho la mente. Siento que ése fue el mayor aporte del viaje. Tienes que ir con esa predisposición para poder pasarlo bien, porque si no puedes pasarlo mal a ratos».

“Para entender cómo funciona India es indispensable no mirarla con ojos de occidental”, fue la primera indicación que les entregó el profesor de la Facultad de Gobierno UDD, Yun Tso Lee. Es por lo anterior que Fernanda tomó este consejo para seguir su viaje y contarnos su experiencia. 

«En Varanasi hay mucha basura. Los vertederos están al lado de las ciudades y ahí convive de todo. Las vacas andan por las calles, porque allá son sagradas. Ves familias bajo la línea de la pobreza, pero de una forma que jamás podremos comparar con la realidad chilena. Muchos niños desnutridos, abunda el trabajo infantil y la higiene casi no existe. Los ratones están por doquier, pero hay que entender que ésa es su manera de vivir. Si no hubiera tomado en cuenta el consejo del profesor podría calificar toda esta situación muy negativamente como feo, pobre y sucio, pero al tratar de cambiar la mirada uno logra entender un poco más.

En su forma de Estado, basado en las castas, ellos saben que no tienen movilidad social, por lo que se dedican a ser mejores en esta vida para conseguir ascender en la próxima. Ellos basan su día a día en este servicio, entonces no están pendientes de la basura, las vacas, las moscas y esto a uno no le cabe en la cabeza, quiere intervenir para poder «ayudarlos», pero si lo piensas, estaríamos siendo intolerantes e irrespetuosos con su forma de vida».

¿Cómo crees que este viaje fue un aporte a tu formación profesional?

«Más allá de la vocación que tenga como profesional, lo que más me aportó este viaje es aprender a ser humilde. Hay que tener mucha humildad para entender que si yo me paro desde mi marco de referencia realmente estoy juzgando al otro y no lo estoy entendiendo. Si nos paramos desde nuestra realidad, lo primero que uno tiende a hacer es juzgar a los otros y su realidad. Por eso, era importante vivir la experiencia: dejarte mojar por la lluvia, sentir los olores, aunque no fueran agradables, comer la comida picante y condimentada, la contaminación acústica que es terrible. Ellos ven el mundo desde ahí y la idea es tratar de ponerse congitiva y emocionalmente en ese lugar para comprender con humildad su forma de vivir».

¿Cómo fue la convivencia con otros estudiantes y Alumni?

«El grupo que se formó fue lo mejor de todo. Al principio, sentí cierto temor por ser mi primer viaje sola, sin amigos ni familia. Es normal sentir cierta incertidumbre sobre cómo será el grupo, si te llevarás bien o no, pero desde un comienzo, todo estuvo pensado para que se creara una buena onda entre el grupo. Hicimos una videoconferencia con todos los que íbamos a viajar que fue súper importante, porque ahí nos conocimos por primera vez y comenzamos a organizarnos, por ejemplo, en las piezas. Había otra niña que estaba en la misma situación que yo, y que no tenía compañera de pieza, así que enganchamos súper bien y compartimos habitación todo el viaje.

También se armó un grupo de Whatsapp con mucha información relevante, tips viajeros muy útiles y otros. Éramos todos muy solidarios, nos prestábamos ropa, medicamentos, nos preguntábamos qué necesitábamos a cada rato. Por otro lado, nos organizábamos para dejar algún aporte en cada lugar, por ejemplo, comida a los niños, un regalo especial al guía. Siento que fue un grupo de viaje lleno de valores, basado en el compañerismo y buena onda. Las personas que iban a cargo eran un siete, el guía también. Sentíamos mucho respeto por ellos, pero también había mucha cercanía.

Una se siente lejos de su casa, de su familia, de su país y costumbres, entonces, se forman lazos muy bonitos entre quienes somos parte de esta experiencia. Fueron mi familia durante esas dos semanas».

¿Cuál fue, desde tu opinión, el aporte de viajar en un grupo interdisciplinario?

«Era muy entretenido ir con estudiantes de otras carreras, porque cada uno tenía una visión diferente de las mismas cosas. Mirábamos a los mismos niños, por ejemplo, pero cada uno los veía desde la perspectiva de su realidad profesional. Fue vital aprender de diferentes carreras: Derecho, Fonoaudiología, Ingeniería Comercial, entre otras, porque te daba diversas perspectivas de fenómenos idénticos. No se sentían diferencias con los Alumni en el trato. Eran parte del mismo grupo: todos cumplíamos el horario, armábamos panoramas.. Unos iban para un lado, otros para otro según los gustos o necesidades de cada uno o lo que quisiera hacer».

¿Repetirías esta experiencia?

«Feliz iría a China o al próximo Embajadores donde sea que fuera. Es un viaje muy seguro y muy bien organizado. Le sacamos el jugo al programa. Hicimos más cosas de lo que estaba considerado como ir al teatro a ver una obra local y aprovechar los mismos traslados de un lugar a otro para visitar atracciones cercanas que no estaban consideradas. Me encantó porque conocimos más de lo que pensaba que iba a conocer.

Le recomiendo a todo el mundo que haga este viaje. Es una excelente opción para estudiantes y egresados. En este caso, tuve la suerte de que mis papás me apoyaron con el financiamiento, pero para una próxima ocasión, juntaré los recursos para ser nuevamente parte de esta increíble experiencia. Para mí, fue una inversión porque vuelves como una persona diferente a la que te fuiste, en el mejor de los sentidos».