La psicóloga y directora del Servicio de Psicología Integral, Ana María Salinas, fue consultada por el portal de noticias Emol, tras conocerse la denuncia de Valentina Henríquez contra su ex pareja Camilo Castaldi, más conocido por su nombre artístico «Tea Time», en su rol de líder de la banda chilena de funk, «Los Tetas».
La crónica reunió casos emblemáticos de denuncias y hechos de violencia en contra de parejas y/o ex parejas que han ocurrido en nuestro país durante el último tiempo, como el caso de Nabila Rifo. El reportaje titulado como «Maltrato contra las mujeres en Chile: ¿Por qué no denunciamos los actos de violencia?» recoge diversas visiones sobre esta temática.
Al respecto, Salinas declaró que «Existe la creencia o el mito de que la violencia en el pololeo es algo del ámbito privado y el cual yo no tengo por qué meterme (…) pero uno no debiera quedarse sin hacer nada, es decir, debería actuar en la medida de lo posible sin ponerse en riesgo».
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SANTIAGO.- Por Valentina Henríquez, Nabila Rifo, Elena Dettoni, Doris Andaur, Lorenza Cayuhán y su hija Sayén. Por Francisca Linconao, Macarena Valdés, Nicole Saavedra y miles de otras mujeres es que se convocó para este jueves la marcha «Nosotras te creemos», en apoyo a quienes han sido víctima de abusos, violencia y femicidios en Chile.
Pero pese a que como sociedad repudiamos este tipo de hechos, generalmente cuando presenciamos actos de violencia no nos atrevemos a denunciarlos.
Así quedó demostrado tras el caso de Valentina Henríquez, quien reveló a través de redes sociales que su ex pareja, el cantante Tea Time, le propinaba reiteradas golpizas. Tras esto, varios vecinos y cercanos confirmaron su versión, incluso narrando escenas de agresión que presenciaron, pero no realizaron ninguna denuncia.
«Creemos que es un tema muy importante para nuestro país poder erradicar la violencia en contra de las mujeres, eso implica generar cambios conductuales y culturales en todos y todas», dijo al respecto la ministra de la Mujer y de Equidad de Género, Claudia Pascual.
Entonces, ¿por qué pasa esto? Dos psicólogas apuntan a factores relacionados con una sociedad individualista y autorreferente, al temor que sentimos de las represalias de los agresores y al miedo de enfrentarnos al sistema judicial.
«Como cultura y como sociedad nos hemos ido derivando cada vez más hacia una cultura individualista y autorreferente, donde la noción de ser ciudadanos, de ser compatriotas, de estar de alguna manera insertos en el sistema social donde existen relaciones de interdependencia y colaboración, se está disolviendo», comenta la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez.
Si bien justifica que no sabe «si hoy día existan más o menos maltratos que antes, porque antes se consideraba como algo que ocurría a puertas cerradas y que estaba en el ámbito de la intimidad» asevera que «cuando existe un acto de violencia hay una responsabilidad de todos los involucrados, de hay alguien que la ejerce y que la recibe, pero además de personas que participan ya sea por acción u omisión».
Así, explica que «las personas que actúan por omisión no tienen la conciencia de que ellos mismos pasan a ser responsables o corresponsables de que esta situación esté ocurriendo».
Y concluye: «la gente tiene miedo de involucrarse, es casi un mecanismo de defensa, una actitud de protección, como que si por el hecho de no pronunciarse fuera menos importante, menos dramático, problemático o doloroso».
«Existe la creencia o el mito de que la violencia en el pololeo es algo del ámbito privado y el cual yo no tengo por qué meterme (…) pero uno no debiera quedarse sin hacer nada, es decir, debería actuar en la medida de lo posible sin ponerse en riesgo». Una visión parecida tiene la académica de la Facultad de Psicología de la UDD, Ana María Salinas, quien considera que «desde lo público, desde lo más grupal como sociedad aparece el repudio a la violencia, no obstante, en el funcionamiento más individual operan lógicas variadas, por ejemplo que tienen que ver con la individualidad en la que vivimos hoy día».
Asimismo, señala que «cuando las personas tienen que relacionarse con el sistema legal, con el sistema judicial, se instala la creencia de que si se involucran van a tener que pasar mucho tiempo o destinar muchas horas de su vida cotidiana a un sistema que no conocen y que generan ansiedades y temores».
«También opera el qué pasa si la persona que está involucrada es conocida o famosa, qué grado de exposición va a implicar si aparezco como denunciante en esta causa», añade.
Además, dice que depende del tipo de violencia que la persona puede tolerar o que cree que es «normal». «Vivimos en una sociedad que normaliza bastante en lo cotidiano las prácticas y conductas violentas hacia los niños, mujeres y grupos vulnerables».
Otro de los factores que enumera la especialista y que también incide en que las personas no denuncien estos hechos es que «la persona que esté siendo violenta con la otra pueda tener alguna represalia, que son los mismos temores que pueden sentir las víctimas».