En la actualidad, las tres precursoras de la iniciativa que tuvo por objetivo evaluar el impacto en la conducta pro-social en instancias de Juego Cooperativo de 26 niños, ya son psicólogas y están a la espera de presentar aquel importante desafío profesional a fines de octubre.
Matilde Bortolaso, María José Turú y Francisca Millán, ex alumnas en práctica de la Unidad Infanto-Juvenil del Servicio de Psicología Integral de la UDD (SPI), postularon un trabajo de nombre “El juego cooperativo como una instancia para la adquisición de conductas pro sociales” al XXXI Congreso Anual de Neurología y Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia, el que fue aceptado para participar en esta actividad.
El trabajo consiste en evaluar el impacto en la conducta pro-social en instancias de Juego Cooperativo de 26 niños, entre 9 y 10 años de un colegio de Las Condes, mediante la utilización del Programa de Intervención Socioemocional elaborado por la Doctora en Psicología, Psicóloga especialista en Psicología Clínica, y Catedrática de Evaluación Psicológica en la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, Maite Garaigordobil (2013).
Para realizar la evaluación, las autoras decidieron realizar el taller durante dos meses. En el transcurso de ese tiempo, se reunieron una vez a la semana para desarrollar una sesión de juego que tenía una duración de 40 minutos, donde dividieron al total de los niños, en cinco grupos. Ahí aplicaron estrategias que en cada sesión finalizó con una reflexión y elaboración de la experiencia.
“Se aplicó pre-post talleres de la prueba proyectiva gráfica “Figura Humana” y la Escala de Comportamiento Asertivo (CABS), con el fin de corroborar la eficiencia de la intervención”, explicaron las especialistas.
Así fue como pudieron concluir a través de los instrumentos de medición mencionados y en la evaluación cualitativa realizada, que los niños con mayor conducta asertiva al inicio del taller, fueron los que incrementaron más las puntuaciones de conducta pro-sociales, logrando un aumento significativo al finalizar el taller.
Las autoras recuerdan que fue un taller que aportó mucho al quehacer clínico de las profesionales, puesto que consideraron que es muy distinto estar en una sesión con un niño, a tener que manejar un grupo grande, teniendo un objetivo y poco tiempo para realizarlo.
Por esa razón, destacan que fue un importante desafío que las llevo a tener una buena experiencia. “Creo, sin duda, que el hecho de ir como relatoras nos permitirá, no sólo ser una instancia de crecimiento profesional, sino que también de desarrollo personal”, agregó María José Turú.
Josefina Urrutia, psicóloga infanto juvenil del SPI fue la guía de este proyecto, quien se mostró orgullosa por la noticia de la participación en el congreso. “El haber quedado seleccionadas, luego de un largo trabajo, fue una sensación de reconocimiento y alegría, ya que el ser parte de un Congreso implica que nuestro trabajo le interesó a otros y además le experiencia de ir a presentarlos nos tiene muy motivadas ya que veremos y seremos parte de un trabajo con otros profesionales del área”, señaló la tutora.
Sin embargo, nada de esto hubiese sido posible, sin la ayuda de Irene Dukes, psicóloga, psicoanalista y directora de la Unidad Infanto Juvenil del SPI, quien envío el trabajo con las conclusiones. “Creemos que instancias como éstas nos estimulan en nuestra labor clínica-docente”, declaró.
Cabe destacar que la profesional, tiene experiencia en la participación de este congreso, puesto que en el XXX Congreso anual de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia 2012, presentó un trabajo bajo el nombre de “Estudio de la Mentalización en niños: La estimulación de la función reflexiva a través de un Taller de Títeres”.