Mi experiencia como pasante en el Servicio de Psicología Integral (SPI), sede Santiago, fue muy enriquecedora, sobre todo por la posibilidad de enfrentarme a esta situación durante una pandemia, y como consecuencia de esto, haber podido desarrollar habilidades para la atención clínica a través de la telepsicología. Fue un desafío muy bonito en el que, junto con el equipo, las supervisoras y mis compañeras me sentí siempre acompañada y apoyada en las diferentes instancias en las que nos encontrábamos en las plataformas establecidas.
Cabe destacar la flexibilidad que tuvo el centro en cuanto a los procesos con los consultantes, entendiendo siempre las circunstancias en las que nos encontrábamos. Por otra parte, es destacable la flexibilidad en cuanto a la comunicación expedita y rápida con las demás profesionales que son parte del centro, estando siempre disponibles cuando se requería apoyo.
Al principio tenía aprensiones en relación a esta metodología, pero a lo largo del tiempo y a través de la práctica diaria, fui descubriendo que la capacidad de adaptación del ser humano es infinita y que con esta metodología se logra llevar a cabo un proceso de psicodiagnóstico y un proceso terapéutico a cabalidad, cumpliendo con los objetivos que se plantearon con cada consultante, pudiendo realizar las gestiones tanto dentro del centro como fuera de éste, en especial con los establecimientos escolares.
Haber sido parte de esta pasantía, en este momento de la historia mundial me permite tener más seguridad y confianza para trabajar desde la telepsicología, entendiendo que es posible llevar a cabo un proceso terapéutico completo. Y, además, entender cuán flexible podemos ser en situaciones adversas, poniendo en práctica lo aprendido y aportando desde nuestra profesión a la sociedad que tanto lo necesita.
Termino esta experiencia agradecida y motivada para seguir profundizando en descubrir y desarrollar más conocimientos y habilidades que puedan aportar a mi ejercicio como psicóloga».