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[El Mercurio] Psicólogo Javier Martínez es consultado sobre comunicación entre jefes y sus trabajadores

Este lunes 10 de julio, el diario de circulación nacional «El Mercurio»2017-07-10_impresa.elmercurio.com_MERSTEB007BB1007_1100 publicó en su cuerpo de Economía y Negocios un reportaje sobre la percepción que tienen los trabajadores acerca de los mensajes emitidos por sus jefes.

La publicación da cuenta que «uno de cada tres trabajadores considera que su jefe no es un buen comunicador» y en base a esto, Javier Martínez, psicólogo y director de los programas de Psicología Organizacional, comentó que «las cifras se explican también porque al juzgar esta relación hay un componente de autoevaluación: «No se está midiendo cómo los colaboradores perciben a esa persona en su rol de jefe, sino más bien si se tienen conflictos o no con ella».Asimismo, agrega que en estos resultados incide un factor cultural, ya que la mayoría de los chilenos tienen aversión al conflicto, por lo que tienden a no expresar sus molestias.

El reportaje completo acá:

El defecto que más les molesta a los trabajadores de sus jefes es la mala capacidad que estos tienen para comunicarse.

Según una encuesta de Trabajando.com a 922 personas, una de cada tres (33%) lo califica como la característica más desagradable de su superior, seguido de la falta de reconocimiento de las labores, el no afrontar ni resolver los problemas y que todo sea para ayer, situaciones que acaparan un 24% de las respuestas, respectivamente.»Muchas de las actitudes que generan más rechazo tienen que ver con lo relacional, más que lo que se refiere a incompetencia dura.

Hoy en día está muy en tela de juicio cómo los supervisores se vinculan con los colaboradores», señala Lorena Zamora, psicóloga y líder del área Organizaciones del Instituto del Bienestar.Según la experta, el trato con la cabeza del equipo tiende a ser más complejo que con los pares, dado que hay un desequilibrio de poder.

A lo anterior se suma una crisis de confianza generalizada en distintas instituciones del país, lo que también se replica en el contexto laboral.

«Tanto el equipo como el superior deben construir un diálogo a base de la confianza, pues de no haber este compañerismo, probablemente ahí es donde aparecen los prejuicios, las críticas y las no validaciones», agrega Zamora.Pese a lo anterior, llama la atención que el 66% de los encuestados considere la relación con su jefe buena o muy buena.

Para Claudia Salgado, máster de Relaciones Laborales y Políticas del Trabajo y académica de la Facultad de Economía de la Universidad Central, estos resultados se explican por un cambio en el estilo de liderazgo, que se percibe sobre todo en personas menores de 35 años: «En muchas jefaturas asumió una nueva generación, con una formación universitaria donde se les da mayor énfasis a las habilidades blandas», comenta.El psicólogo laboral y coordinador del área organizacional de la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo (UDD), Javier Martínez, cree que las cifras se explican también porque al juzgar esta relación hay un componente de autoevaluación: «No se está midiendo cómo los colaboradores perciben a esa persona en su rol de jefe, sino más bien si se tienen conflictos o no con ella».Asimismo, agrega que en estos resultados incide un factor cultural, ya que la mayoría de los chilenos tienen aversión al conflicto, por lo que tienden a no expresar sus molestias.

Según el sondeo de Trabajando.com, solo el 10% de los encuestados considera la relación con su supervisor como mala.Zamora coincide en que en muchos casos, los empleados no presentan quejas, pese a existir roces, deteriorando de forma creciente el clima de trabajo.

«Las empresas deben atreverse a mirar y reconocer un problema cuando lo hay.

Por ejemplo, si en un equipo se empiezan a presentar licencias médicas o hay gente renunciando, son señales que muestran que algo está pasando, porque no siempre es fácil decir que se tiene un superior maltratador o malo», apunta.Para Salgado, las compañías debieran ser una parte activa en la corrección de cualquier tipo de abuso, con un protocolo detallado en el reglamento interno para que los afectados sepan dónde acudir y quién es el responsable de investigar.

«El sindicato también puede ser un aporte, al tomar cartas en el asunto desde el mero diálogo con el empleador, instancias administrativas o bien, denuncias ante la Dirección del Trabajo o instancias judiciales».El 68% prefiere tener como jefe a un hombreSon pocos los que logran una relación tan cercana con su equipo, que incluso comparten fuera de la hora de oficina.

Solo el 14% de los encuestados reconoce ver a su jefe en otros contextos.

Martínez advierte que no es fácil estrechar lazos y ser considerado un buen jefe en la actualidad: «Se espera que sea una persona asertiva, que entregue una buena retroalimentación.

No que diga solo cosas buenas, más bien que sepa indicar lo que se necesita mejorar, planteándolo de forma que no genere daño, sino que impulse el desarrollo».Según los datos de Trabajando.com, el 68% de las personas prefiere que su supervisor sea hombre y a un 4% le da igual.

Entre las virtudes que más se valoran de los jefes está la confianza que este deposita en el colaborador (34%), su apertura a dar flexibilidad (34%) y que brinde autonomía (31%).

«Lo más importante es que sea capaz de formar un buen equipo y que logre involucrarse con él. Debe conocer la empresa, el trabajo y las tareas, lo que no se traduce en perder la capacidad de oír opiniones», dice Álvaro Vargas, gerente general de Trabajando.com Chile.Salgado cree que un porcentaje muy minoritario de gente cuenta con estos atributos de forma innata, pero progresivamente han aparecido contenidos educativos que buscan desarrollar las habilidades blandas en el contexto laboral, ya sea en la malla de carreras de pregrado y de posgrado, así como en la creciente oferta de programas de coaching .A juicio de Vargas, es clave que las organizaciones capaciten a las jefaturas: «Es una verdadera inversión para las empresas, porque facilita el trabajo, mejora el ambiente, aumenta el compromiso y la productividad de los equipos».Eso sí, lo ideal es que la instrucción sea en un ambiente seguro, dice Martínez.

«La persona debiera tener a otro interlocutor sin intereses en juego y que le pueda dar un feedback externo, que le permita pensar sobre sí mismo sin que eso implique un juicio que influya en la calificación de su desempeño».Ahora bien, distintos expertos coinciden en que a la hora de evaluar los resultados de las jefaturas, se debiera considerar la calidad de las relaciones con el equipo y el clima que se genera en los mismos.

«Las organizaciones se quedan en la capacitación, pero no se aborda la implementación de lo aprendido. Hay empresas que lo empezaron a vincular a la encuesta de clima en sus indicadores de resultado, pero son casos puntuales», concluye Zamora.