Se han estudiado diversos marcadores de riesgo para la perpetración en la violencia de pareja adolescente (VPA), destacándose los estudios ontogénicos y del microsistema del individuo (Spencer et al., 2021), tradicionalmente conocidos como factores individuales y ambientales (Foshee & Matthew, 2007). Distintos estudios han vinculado las experiencias de maltrato infantil y disfuncionalidad en el hogar con la perpetración en la VPA (Cascardi & Jouriles, 2018; Bucci et al., 2016) Algunos buscan explicar la asociación entre violencia en la familia de origen y la perpetración basados en el aprendizaje social de la violencia, por ejemplo, mediante el modelo de procesamiento de información sociocognitivo (Cascardi & Jouriles, 2018; Huesmann, 2018; Rothman, 2018). Sin embargo, estos modelos han sido poco integrados en el estudio de la VPA, siendo relevante involucrar distintos niveles de complejidad del procesamiento cognitivo subyacente a la agresión (Huesmann, 2018).
Otra línea de estudios busca caracterizar a los/las perpetradores/as en la violencia de pareja íntima, sin embargo, se encuentra poco desarrollada en la adolescencia (Rothman, 2018). Algunos se enfocan en caracterizar a los adolescentes según el tipo de violencia ejercida hacia la pareja o la motivación de la agresión (Ej. Díaz-Aguado y Martínez, 2015; Foshee et al., 2007; Reidy et al., 2016). Si bien Reidy y colaboradores (2016) incluyen la tipología agresiva reactiva y proactiva en la motivación de la agresión hacia la pareja, ésta no se ha estudiado como antecedente de la perpetración en la VPA, tampoco en relación con factores ambientales y del individuo.
En síntesis, en la VPA no se ha caracterizado al perpetrador vinculando factores ambientales con factores individuales. En la investigación, se consideró como factores ambientales el maltrato infantil y el conflicto interparental (Domínguez, 2018; Emanuels et al., 2022; Iraurgi et al., 2008) y como factores individuales, las habilidades de procesamiento de información socioemocional tales como la impulsividad, la empatía y el etiquetado emocional (Glowacz & Courtain, 2021; Huerta-Ramos et al., 2021; Redondo y Herrero-Fernández, 2018; Salvo y Castro, 2013), también rasgos agresivos como la tipología reactiva y proactiva (Andreu, 2009; Barroso et al., 2020) y, finalmente, las actitudes hacia la VPA (Valdivia-Peralta et al., 2018; Vizcarra y Póo, 2011).
Se han vinculado aspectos del ambiente familiar en la infancia con la perpetración hacia la pareja en la adolescencia, sin embargo, no se han considerado tales aspectos en la caracterización del perpetrador en la pareja adolescente en términos de habilidades de procesamiento de información y respuesta conductual frente a estímulos con contenido emocional, tampoco se ha caracterizado a los adolescentes perpetradores de pareja según la tipología agresiva reactiva y proactiva.
Esta investigación podría orientar el diseño de intervenciones en VPA enfocadas en experiencias con la familia de origen y habilidades sociocognitivas adolescentes en el área psicosocial y clínica. Se enfatiza la relevancia de la prevención y reparación del abuso infantil (AI) como factor de riesgo para el desarrollo de habilidades sociocognitivas y rasgos agresivos conducentes a la VPA. Los resultados del primer manuscrito podrían orientar intervenciones diferenciando el abordaje según victimización y perpetración en la VPA, siendo clave la reparación del abuso sexual infantil tanto en víctimas como en perpetradores, aunque en las víctimas también es importante la reparación del abuso emocional, mientras que en perpetradores el abuso físico. Además, se destaca la relevancia de sumar intervenciones con la familia por su rol en el desarrollo infanto-juvenil. El segundo manuscrito destaca la relevancia de las habilidades sociocognitivas que involucran mecanismos automáticos y complejos. Se enfatiza la reparación del AI guiada por la evaluación y abordaje de las habilidades de regulación como la impulsividad y de rasgos motivacionales de la conducta agresiva, donde destaca la agresión proactiva. No obstante, es necesario seguir trabajando en torno a las actitudes hacia la VPA. Se destacan tales orientaciones, porque los programas de VPA en escuelas parecen no disminuir las conductas violentas (De La Rue et al., 2016; Doucette et al., 2021).
POR: PAULINA ALEJANDRA SÁNCHEZ SOTO
DICIEMBRE, 2022