Estimada Comunidad Académica y Estudiantil de la Facultad de Psicología UDD,
A poco andar, luego de complejos momentos vividos el año pasado, la realidad nos golpea con un nuevo y desconocido desafío: una pandemia. Ciertamente se trata de un delicado momento a nivel mundial, con insospechadas consecuencias en múltiples ámbitos; económicos, políticos y sociales.
La salud pública se ve comprometida por la naturaleza del problema, pero también por la limitación de los sistemas de salud públicos y privados. Se requiere, una vez más, el compromiso cooperación y esfuerzo de toda/os para superar este difícil trance.
Como estudiosos del comportamiento humano, también estamos llamados a sumarnos a la discusión pública -desde nuestras diversas tribunas- acerca de las problemáticas que se suceden y concatenan en un momento como este.
En ese espíritu, me gustaría comentar algunas reflexiones con Uds.
1.- La pandemia, un hecho epidemiológico, nos recuerda de golpe la magnitud de nuestra interconexión como seres humanos. En el transcurso de algunas semanas, hechos locales alcanzan impacto global, escalando un problema que afecta a un grupo ínfimo de personas, al mundo entero. Lo que vivimos en la intimidad de nuestra experiencia individual silenciosamente se alimenta de y retroalimenta a la comunidad global que habitamos. Visto así, no podemos dejar de sorprendernos al constatar que la mayor parte de las barreras que como seres humanos construimos entre nosotros mismos, son solo frágiles artilugios. Considerando cuánto sufrimiento, injusticias y dolor han causado estas barreras a lo largo de nuestra historia, creo que es un buen momento para estimular a la comunidad a explicitar y reflexionar sobre nuestra inescapable co-dependencia.
Esto es una invitación a buscar en ella caminos de armonía y espacios de colaboración entre los seres humanos. Si somos capaces de encarnar esta consciencia en nuestro día a día, al igual que un virus pandémico, de seguro el tiempo se encargará de llevar a mayores escalas el componente virtuoso de esta visión.
2.- Por más que imaginemos otra cosa, la vida es impermanente. Lo que percibimos como vida cotidiana, lo que estamos acostumbrados a vivir como “normalidad”, nuestras expectativas de orden y control de la realidad, ciertamente son todas construcciones mentales sostenidas en frágiles cimientos. De un día a otro, y por las más diversas e inesperadas razones, nuestra existencia puede verse enfrentada a escenarios y exigencias completamente nuevas y desconocidas. Como seres humanos poseemos herramientas mentales invaluables, especialmente la creatividad, pero no es menos cierto que abandonar la comodidad de la certeza tiene costos y consecuencias emocionales.
Son tiempos donde experimentaremos ansiedad, miedo, sorpresa… pero también curiosidad, optimismo, esperanza y alegrías. La pandemia nos moviliza a empaparnos de humildad, a relativizar nuestra fantasía del control total y pone a prueba nuestra habilidad de renovarnos frente a lo adverso.
3.- Si bien el distanciamiento social (cuarentena), es una medida necesaria y adecuada para interrumpir la propagación del virus, sus consecuencias -en otras esferas- no son triviales. En particular, sabemos por estudios científicos y experiencias internacionales previas, que la cuarentena tiene efectos comprobados en la salud mental. En general, cuarentenas de más de 10 días se asociaron significativamente a estrés post- traumático y diversos síntomas afectivos como miedos irracionales, frustración y aburrimiento excesivo. Estas consecuencias se han observado incluso varios años después de los periodos de distanciamiento social, afectando con mayor intensidad a niño/as, adultos y personas con condiciones psiquiátricas previas.
Bajo este escenario, es importante que como actores de las ciencias del comportamiento, fomentemos a través de nuestras diversas formaciones, capacidades y dominios de acción, factores promotores de bienestar, salud mental y desarrollo positivo. Es un periodo que nos demanda estar informados, no solo del acontecer contingente, si no también de los esfuerzos, desarrollos y propuestas de nuestra disciplina. Como parte de una comunidad académica y científica, debemos aportar con nuestras herramientas y posibilidades. Podemos ser un gran apoyo para nuestra sociedad.
Espero sinceramente que sus familias y personas significativas no se vean mayormente afectados por esta pandemia. Como equipo de académicos de la Universidad del Desarrollo, liderados por su Decano, Teresita Serrano, estamos en permanente contacto y estaremos atentos a cualquier necesidad especial de nuestra comunidad universitaria.
Espero que la reflexión vertida en esta carta aporte a sus trayectorias personales y, también, que estimule a Uds. a compartir sus propias reflexiones por la vía y momento que les parezca oportuno.
¡Que el distanciamiento social sea una buena oportunidad para generar un gran espacio de conversación!
Me despido con afecto,
Dr. Jaime R. Silva
Director de Investigación, Psicología UDD
Director Doctorado en Ciencias del D. y Psicopatología