Las restricciones que nos tienen a gran parte de la población en cuarentena, y a un 100 por ciento de los escolares en casa, se han convertido en un desafío para los adultos que deben quedarse con ellos y (tratar de) seguir con las obligaciones habituales, en un proceso de adaptación que todos estamos viviendo.
No obstante, también es un desafío para los niños. El caos o vivir “eternamente” en vacaciones es confuso para ellos. Los niños y niñas necesitan rutinas para sentirse seguros. Esto no significa instaurar horarios para todo y de manera rígida, pero sí crear ambientes que sean predecibles. Las rutinas y la regularidad les permiten manejar el estrés propio de situaciones de cambio o crisis.
Un punto fundamental es que estos menores deben saber a qué atenerse y no que cada día sea un misterio. Algunos consejos para esto son:
- Instaurar (o mantener) un horario para organizar distintas actividades: Desayuno, juego libre, ver TV o pantallas, ida a acostar, entre otros.
- Crear un orden en que las cosas suceden. Por ejemplo, después de tomar desayuno, vestirse. Luego de la comida, nos preparamos para dormir.
- Dejar un espacio físico y de tiempo determinado para temas educativos. Una vez finalizadas esas actividades, ordenar y guardar el material y dar por cerrada la actividad. Recuerden que leer en conjunto, realizar manualidades y jugar también son espacios de aprendizaje.
- Tratar de ser consistentes con estas medidas (en lo posible), pero también flexibles y adaptarse al día a día. El objetivo es transmitir una sensación global de orden.
Dra. Daniela Aldoney
Directora del Laboratorio en Familia, Adolescencia e Infancia
Facultad de Psicología
Universidad del Desarrollo