Los niños con mejor autorregulación no solo van a estar más preparados para aprender, también van a tener relaciones más positivas con sus pares, mejor desarrollo emocional y menor riesgo de problemas de salud mental y conducta”.
Fernanda Prieto, investigadora del Laboratorio de Ciencias Cognitivas de la U. del Desarrollo.
Todos los niños nacen con algunas habilidades básicas de regulación, como distraerse de algo que les incomoda o buscar ayuda de un adulto en ciertos momentos de desregulación.
Sin embargo, necesitan de la interacción de sus cuidadores para convertir dichas habilidades en estrategias de regulación más eficientes y estables.
Así lo asegura Gabriel Reyes, director del Laboratorio de Ciencias Cognitivas (CogSci Lab) de la Facultad de Psicología de la U. del Desarrollo, el cual tiene como objetivo principal comprender los mecanismos que subyacen al surgimiento y funcionamiento de la capacidad metacognitiva (habilidad que poseen todos los seres humanos para monitorear y regular los propios contenidos mentales) y que este año ha publicado estudios sobre el tema en revistas como Nature Communications y Journal of Experimental Psychology.
Una de las líneas de investigación del CogSci Lab es el Programa Meta-Kids, donde se analiza el desarrollo de la capacidad metacognitiva desde infantes preverbales y hasta la primera infancia.
“La investigación ha demostrado que los años preescolares son un momento especialmente importante para aprender y adquirir las habilidades necesarias para la autorregulación”, precisa Reyes.
Capacidad de control
Explica: “La autorregulación es la capacidad de controlar nuestra conducta, pensamiento y emociones para alcanzar una meta que nos propusimos. Los niños que son capaces de manejar sus conductas, sus impulsos, sus pensamientos y emociones para lograr una meta, están más preparados para tener éxito en el colegio. En el contexto escolar, los niños ponen a prueba estas capacidades constantemente”.
Para tener un buen rendimiento académico, por ejemplo, hay que poner atención y participar en clases, esperar el turno, considerar las consecuencias de las acciones y persistir en tareas difíciles a pesar del impulso y las ganas de hacer lo contrario.
También entregar a tiempo las tareas y evaluaciones, lo que compite con las ganas de distraerse o usar el tiempo de clases en otra cosa como revisar las redes sociales.
Los escolares que desde pequeños aprendieron la capacidad de autorregulación “van a ser más capaces de postergar el impulso de conversar o ver televisión, porque saben que poner atención y estudiar los va a llevar a tener mejor desempeño, tendrán más probabilidades de obtener buenos resultados en la escuela, de tener relaciones más positivas con sus pares y con los adultos, y de evitar tomar decisiones problemáticas que pueden conducir a resultados negativos en la edad adulta”, puntualiza Fernanda Prieto, investigadora del CogSci Lab.
Temprana edad
La buena noticia es que la autorregulación puede enseñarse. Y según los especialistas, conviene hacerlo desde la edad más temprana posible.
“La capacidad de autorregulación es de las habilidades más importantes que desarrollan los niños en la primera infancia, porque impacta a todo nivel del desarrollo. Los niños con mejor autorregulación no solo van a estar más preparados para aprender, también van a tener relaciones más positivas con sus pares, mejor desarrollo emocional y menor riesgo de problemas de salud mental y conducta. Las habilidades de regulación que se adquieren en la primera infancia son la base para la autorregulación a lo largo de la vida”, dice Prieto.
Sobre cómo enseñar esta habilidad, la especialista ejemplifica: “Si cuando el niño está frustrado porque algo no le está saliendo bien o se siente triste, el cuidador lo contiene y le ayuda a llegar a una solución, le transmite al niño que sí puede manejar sus propias emociones y comportamientos”.
Prieto advierte que cuando los niños “presentan un exceso de regulación (niños sobrecontrolados), o un déficit de la regulación (con bajo control), aparece la psicopatología.
Un exceso de control de las emociones y la conducta que no es normal o esperado puede interferir en la espontaneidad y va a generar un exceso de adaptación en desmedro del desarrollo del niño”.
“Es importante tener en cuenta que en los primeros años los niños están recién aprendiendo a regularse y no lo pueden hacer de forma autónoma, por lo que los cuidadores van a tener que intervenir más”, concluye Reyes.
Para tener buen rendimiento en clases hay que, por ejemplo, evitar distracciones. Los alumnos que manejan la capacidad de autorregulación son más capaces de mantener su atención en vez de conversar, explican los expertos.
Gabriel Reyes, PhD. Director del Laboratorio de Ciencias Cognitivas (CogSci Lab) .
Fernanda Prieto, Candidata a Doctora e investigadora del laboratorio de Ciencias Cognitivas (CogSci Lab).