Revisa la entrevista realizada por El Mercurio, a la psicóloga estadounidense, Kristin Bernard, invitada internacional del Centro de Apego y Regulación Emocional.
Mientras que para algunos el acurrucar a la guagua si llora o se queja es sinónimo de criar niños mimados, para Kristin Bernard es todo lo contrario. Durante diez años, esta psicóloga e investigadora de la Stony Brook University (Estados Unidos) ha estudiado el estrés en los niños y publicado sus conclusiones en revistas de prestigio como Pediatrics, Developmental Psychology y PLOS ONE, entre otras.
«Acariciar y cargar a los niños frecuentemente no los vuelve más dependientes ni mimados», asegura la especialista, quien estuvo recientemente en Chile para dar una charla sobre el tema en la Facultad de Psicología de la Universidad delDesarrollo.
Tres claves
Abrazar constantemente a los niños cada vez que estén tristes o angustiados es una de las tres claves del apego para protegerlos del estrés durante los primeros dos años, explica Bernard.
Seguirles la corriente e ir a su ritmo, es la segunda. «Cuando están explorando y aprendiendo a jugar, los padres deben seguirles la corriente, jugar con ellos e imitarlos. Si el niño aplaude, aplaudir y no imponerle qué hacer. No es tan relevante enseñarles cosas. Ellos van a aprender los colores y los números más adelante de todas maneras, entonces es mucho más importante responder a lo que ellos quieran hacer y darles confianza», recomienda la psicóloga.
No generarles miedo es su tercer consejo. Muchas veces, advierte, los padres gritan y golpean objetos cuando están estresados, actitud que se traspasa a los hijos.
Seguir estos tres puntos no impedirá que los niños sientan estrés, recalca Bernard, porque se trata de una respuesta de nuestro cuerpo que ayuda a estar alerta frente a algunas situaciones. «Pero sí está demostrado que no tendrá efectos dañinos sobre los niños y que podrán lidiar con él durante la infancia y la adultez. Además, ayudará a su desarrollo cerebral, que puede verse afectado en casos severos de estrés».
Si bien lo ideal es seguir este modelo desde el nacimiento hasta los dos años, nunca es tarde para implementarlo. «A veces es más complicado cuando el niño es mayor, ya que los primeros años son críticos para el desarrollo. Sin embargo, sí es posible cambiando la forma de hacerlo. No vas a tomar en brazos a un niño de 10 años, pero sí escucharlo cuando te cuente sus cosas y hacerle saber que estás para apoyarlo».