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El Bienestar y Espiritualidad en Clave Latinoamericana

PARA-WEB-DAVID-220x260Dr. David Sirlopú
Investigador-Docente
Facultad de Psicología
Universidad del Desarrollo
 
 
 
 
 

El libro “Bienestar y espiritualidad. Diálogos desde la psicología, la filosofía y la sociología” que fue editado por Daniel Duhart y yo, tuvo como objetivo reflexionar sobre la relación entre ciencia, espiritualidad y bienestar desde distintos ámbitos disciplinares. Para dicho propósito, les pedimos la colaboración a destacados académicos tales como Claudio Araya, Roberto Arístegui, Mauricio Cerda, Ramón Florenzano, Alexander Kalawski, Marcelo Kormis, Sergio Lara, Francesca Nilo y Ricardo Salas.

Es casi un tópico afirmar que la ciencia es una empresa que ha traído incontables beneficios a la humanidad. No obstante, junto con ello la ciencia también ha transmitido una imagen parcial de las personas, en la cual se prescinde de temáticas importantes vinculadas a la trascendencia y el sentido de la vida. Puesto que las ciencias sociales están fuertemente influidas por una orientación cientificista, es frecuente encontrar reparos ante fenómenos cuya objetividad no se puede comprobar. Sin embargo, esta situación ha ido cambiando con el correr de los años, pudiendo observar en la actualidad que la comunidad científica se muestra más permeable a temáticas que antes eran vistas con sospecha e incluso desdén.

En el caso de la psicología, el surgimiento del enfoque de la psicología positiva ha reforzado esta tendencia, al ofrecer un abanico fecundo de conceptos tales como la prosperidad (flourishing), la esperanza, la felicidad, el optimismo, la creatividad o la empatía, que antes eran de interés restringido por parte de los investigadores. Este panorama general no debiera llevarnos a relajar nuestro sentido crítico y abrir la puerta a cualquier teoría o corriente pseudocientífica, por muy popular que ésta sea. Para ejemplificar esta afirmación quisiera citar un artículo publicado en el American Psychologist, escrito por los psicólogos Barbara L. Fredrikson y Marcial F. Losada (2005). Estos autores propuesto una revolucionaria fórmula  matemática, la cual podía aplicarse para distinguir entre personas con tendencia a la felicidad y personas “apagadas” o languidecientes. Se llegó a dicha fórmula utilizando el cálculo de ecuaciones diferenciales aplicadas a modelos no lineales, una metodología empleada en la física. Pues bien, un par de años después, dos físicos y un psicólogo humanista (Brown, Sokal & Friedman, 2008) realizaron una detallada y aguda revisión de aquél artículo. La conclusión a la que llegaron fue que los cálculos no estaban sustentados teóricamente y que, por tanto, los resultados extraídos eran improcedentes. Después de esta demoledora crítica, Losada decidió no defender la demostración matemática que dio sustento a su modelo no lineal.

Volviendo al libro, quisiera destacar especialmente el abordaje del bienestar que hicieron varios autores, no entendido éste como una propuesta occidental y euro-céntrica, sino desde la sabiduría de los pueblos originarios de nuestro continente.

Hacia inicios de la década de 1990, los discursos sobre la relación entre religión, ciencia y bienestar comienzan a variar en América Latina. Durante muchos años, los gobiernos consideraban que los ciclos de crecimiento económico continuo generaban mayor satisfacción y bienestar en las sociedades. Esta concepción revela claramente la creencia en que las personas podemos ser felices al tener un consumo óptimo de bienes materiales, sin importar que esto produzca estragos en la naturaleza. Sin embargo, esta visión convencional está siendo desafiada por pensadores latinoamericanos que están proponiendo una sociedad donde los seres humanos pueden convivir armónicamente entre sí y, estos a su vez, con la naturaleza. El nombre que designa a esta idea es ‘vida buena’.

Los orígenes de este concepto como señala un conspicuo propulsor de este movimiento, el teólogo suizo Josef Estermann, “deriva por un lado del quechua (runa simi), por el otro, del aimara que son los idiomas prehispánicos principales de la región andina, lenguas habladas hasta hoy por millones de personas y que se mantienen en uso. También en otras lenguas indígenas de América del Sur existe una correspondencia –como por ejemplo en tupí-guaraní– con los conceptos que son utilizados por los pueblos andinos” (Estermann, 2011, p. 2). La ‘vida buena’ no solo es un principio filosófico de vida sino también una guía para la acción y que tiene un claro carácter relacional, donde tienen gran importancia “los teoremas de la complementariedad, la reciprocidad, la correspondencia, la ciclicidad y la paridad dual”.

En la noción de ‘vida buena’ no solo subyace el esfuerzo por recuperar saberes y tradiciones espirituales de nuestro continente, sino también la intención de re-orientar nuestras concepciones sobre el desarrollo, comúnmente asociadas a las relaciones mercantiles y el individualismo. Por otra parte, esta perspectiva teórica va más allá de los modelos sobre bienestar que están centrados principalmente en el individuo, potenciando en su lugar estilos de vida comunitarios que tengan como fin atenuar las grandes injusticias sociales que sufren millones de personas.

Referencias

Brown, N. J. L., Sokal, A. D., & Friedman, H. L. (2008). The complex dynamics of wishful thinking: The critical positivity ration. American Psychologist, 68, 801-813.

Estermann, J. (2011). “Vivir bien” como utopía política. La concepción andina del “vivir bien” (suma qamaña/allin kawsay) y su aplicación en el socialismo democrático en Bolivia. Recuperado de http://es.scribd.com/doc/95943707/Vivir-Bien-Josef-Estermann-2#scribd

Fredrikson, B. L., & Losada, M. F. (2005). Positive affect and the complex dynamics of human flourishing. American Psychologist, 60, 678-686.